"Solía tenerlos trabajando hasta nueve o diez horas al día", afirma Bauer, director ejecutivo de Royce Leather en Nueva Jersey (EE.UU.), una empresa que fabrica billeteras, maletas y otros accesorios de cuero. Bauer recortó la jornada laboral de los 15 trabajadores de la línea de ensamblaje reduciéndola dos o tres horas, según el puesto de trabajo. La finalidad de Bauer era impulsar la eficiencia, no reducir los sueldos. Antes bien por el contrario, aumentó la remuneración de su equipo en un 15%. La jornada laboral de siete horas dio sus frutos: la producción aumentó, resultando en un incremento del 10% y 15% en la producción de mercadería por día. Además, añadió, sus empleados (muchos de los cuales han estado en la compañía entre una y tres décadas) valoraron mucho el poder regresar a casa más temprano. Además los descansos, como el tiempo para desayunar o almorzar, se vieron como importantes para mejorar la productividad.
Por otro lado, y a diferencia del caso anterior, una investigación realizada en Corea del Sur, dada a conocer el año pasado por la revista Journal of Happiness Studies, encontró que los empleados valoran los días laborales cortos sólo en la teoría. En la práctica, los investigadores encontraron que cuando se redujo la jornada laboral en 2004, pasando de 44 horas a 40 (junto con el sábado como día libre oficial), no hubo mejoría en la satisfacción laboral de los empleados o en su felicidad general. En cambio, si tenían menos tiempo para abordar la misma cantidad de trabajo, aumentaba el estrés.
¿Y tú qué opinas?. ¿Conoces otros casos parecidos?
Más información: BBC
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Publicado por Ramón Ramos Peña para ECOMON el 10/04/2014 07:25:00 p. m.
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